Alchup es la transcripción fonética empleada en la Litera del vocablo aljub utilizado ya en los documentos redactados en castellano en San Esteban de Litera en el 1579. Esta palabra sigue viva en el catalán actual y designa un depósito excavado en la roca o hecho con piedra y cubierto con bóveda para recoger y almacenar el agua de lluvia, aunque en las comarcas vecinas de Lleida son depósitos sin esta cubierta.
Tiene su equivalente al aljibe castellano, o cisterna, que es el depósito subterráneo donde se recoge y conserva el agua.
Los más antiguos se construyeron entre los años 714 y 1149 de nuestra era, ya que junto a algunos, como los de la Sierra, aparecen fragmentos de cerámica islámica procedentes de la limpieza de los mismos. Se sabe, por la documentación notarial conservada, que muchos ya existían en la zona de Albelda a mediados del siglo XVI. Posteriormente se siguieron construyendo, ampliando o reformando hasta finales del siglo XIX, como es el caso del gran “alchup” de Perera, que se construyó en el año 1579 al encargar el concejo municipal, unir en uno solo dos de ya existentes. Definitivamente, se amplió en el año 1892 hasta alcanzar una longitud de 21,37 m.
La particularidad de los alchups literanos es que siempre están tallados en la roca arenisca y nunca poseen bóveda que los cubra. Son de planta rectangular y de medidas variables. A los más pequeños se les denomina cadollas y no miden más de unos dos metros de largo. Las medidas habituales oscilan entre los 3,5 y los ocho metros de largo; los mayores llegan a los 25 metros, con una anchura de hasta 6 y una profundidad de más de 5 metros.
Un aljub tipo, mediría unos cinco metros de largo por dos y medio de ancho y dos de hondo. El agua de lluvia es conducida a su interior a través de unas agüeras de longitud diversa según su tamaño y área de captación, que desembocan en sus dos extremos. Tienen una escalera de acceso a su interior para facilitar la recogida de agua a medida que su nivel va descendiendo.
Para la buena conservación del agua, precisaban de un esmerado mantenimiento y limpieza periódica para eliminar la tierra, piedras o cualquier elemento que se fuera depositando en ellos así. Se utilizaron principalmente para consumo humano hasta la llegada del agua del Canal de Aragón y Cataluña a principios del siglo XX.